Reforma de Lutero:
Lutero defendió la doctrina del “sacerdocio universal”, que
implicaba una relación personal directa del individuo con Dios en la cual
desaparecía el papel mediador de la Iglesia, privando a ésta de su
justificación tradicional; la interpretación de las Sagradas Escrituras (biblia)
no tenía por qué ser un monopolio exclusivo del clero, sino que cualquier
creyente podía leerlas y examinarlas libremente,
para lo cual ésta debía ser traducida a idiomas que todos los creyentes
pudieran entender. El perdón esa solo una prerrogativa de Dios. La venta de las
indulgencias y las absoluciones no eran aceptadas. Los cristianos debían
ganarse su salvación en el seguimiento a Cristo, no por la compra de
indulgencias.
Reforma de Calvino
Tenía la misma base que Lutero; pero éste agregaba que el
hombre era una criatura miserable, corrompida y lleno de pecados; y que
solamente la fe podría salvarlo, sin embargo, la salvación dependerá en última
instancia de la voluntad divina - esa era la idea de la predestinación del
Calvinismo. El Calvinismo consideraba la pobreza como señal de
desaprobación divina y valorizaba el trabajo. La burguesía, que tenía en el
trabajo el elemento necesario para acumular el capital, hallo en estos
preceptos calvinistas el empuje para emprender actividades lucrativas, antes
condenadas por la Iglesia Católica (como el préstamo de dinero por el pago de
intereses y el comercio en general).
Reforma
De Enrique VII
Enrique VII,
rey de Inglaterra, tenía una “fidelidad” hacia la Iglesia romana que se quebró repentinamente a causa
de un trivial problema de divorcio.
Casado desde
1509 con Catalina de Aragón, no había tenido ningún hijo varón y con el
fin de perpetuar la dinastía de los Tudor y entrar en una nueva
crisis política, convenía que la sucesión del trono fuera garantizada por un
hijo varón.
El rey
pensaba ya en anular el matrimonio cuando conoció a una dama de honor de la
reina, Ana Bolena, de la que se enamoró. En 1527 solicitó de Roma la
anulación del matrimonio.
Este pedido
no era algo demasiado raro dentro de la política real del período, no era la
primera vez que se otorgara una anulación de matrimonio real.
Pero la
negación de Roma tuvo causas políticas: el papado se encontraba por
aquel entonces bajo el completo control de Carlos V, y el emperador era el
sobrino de Catalina de Aragón.
Su cardenal Wolsey
murió y, así desapareció el único eslabón fuerte entre Inglaterra y Roma,
y Enrique se fue otorgando la autoridad de toda la iglesia.
A partir de
1530, Enrique VIII fue modificando una serie de medidas que lo
separaron por completo de la Iglesia romana: prohibió el beneficio de
ciertas rentas eclesiásticas (annates), se otorgó el derecho a investir sus
propios obispos, encargó la anulación de su matrimonio a su nuevo arzobispo Thomas
Cranmer, y se casó con Ana Bolena.
Una vez
celebrada la ceremonia, el papa condenó el divorcio real y excomulgó a Enrique
VIII el 11 de julio de 1533. Fue la ruptura definitiva con Roma.
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