lunes, 18 de junio de 2012

Reformas de Lutero. Calvino y Enrique VII


Reforma de Lutero:
Lutero defendió la doctrina del “sacerdocio universal”, que implicaba una relación personal directa del individuo con Dios en la cual desaparecía el papel mediador de la Iglesia, privando a ésta de su justificación tradicional; la interpretación de las Sagradas Escrituras (biblia) no tenía por qué ser un monopolio exclusivo del clero, sino que cualquier creyente podía leerlas  y examinarlas libremente, para lo cual ésta debía ser traducida a idiomas que todos los creyentes pudieran entender. El perdón esa solo una prerrogativa de Dios. La venta de las indulgencias y las absoluciones no eran aceptadas. Los cristianos debían ganarse su salvación en el seguimiento a Cristo, no por la compra de indulgencias.

Reforma de Calvino
Tenía la misma base que Lutero; pero éste agregaba que el hombre era una criatura miserable, corrompida y lleno de pecados; y que solamente la fe podría salvarlo, sin embargo, la salvación dependerá en última instancia de la voluntad divina - esa era la idea de la predestinación del Calvinismo. El Calvinismo consideraba la pobreza como señal de desaprobación divina y valorizaba el trabajo. La burguesía, que tenía en el trabajo el elemento necesario para acumular el capital, hallo en estos preceptos calvinistas el empuje para emprender actividades lucrativas, antes condenadas por la Iglesia Católica (como el préstamo de dinero por el pago de intereses y el comercio en general).

Reforma De Enrique VII 
 Enrique VII, rey de Inglaterra,  tenía una  “fidelidad” hacia la Iglesia romana que se quebró repentinamente a causa de un trivial problema de divorcio. 
Casado desde 1509 con Catalina de Aragón, no había tenido ningún hijo varón y con el fin de perpetuar la dinastía de los Tudor y entrar en una nueva crisis política, convenía que la sucesión del trono fuera garantizada por un hijo varón.
El rey pensaba ya en anular el matrimonio cuando conoció a una dama de honor de la reina, Ana Bolena, de la que se enamoró. En 1527 solicitó de Roma la anulación del matrimonio.
Este pedido no era algo demasiado raro dentro de la política real del período, no era la primera vez que se otorgara una anulación de matrimonio real.
Pero la negación de Roma tuvo causas políticas: el papado se encontraba por aquel entonces bajo el completo control de Carlos V, y el emperador era el sobrino de Catalina de Aragón.
Su cardenal Wolsey murió y, así desapareció el único eslabón fuerte entre Inglaterra y Roma, y Enrique se fue otorgando la autoridad de toda la iglesia.

A partir de 1530, Enrique VIII fue modificando una serie de medidas que lo separaron por completo de la Iglesia romana: prohibió el beneficio de ciertas rentas eclesiásticas (annates), se otorgó el derecho a investir sus propios obispos, encargó la anulación de su matrimonio a su nuevo arzobispo Thomas Cranmer, y se casó con Ana Bolena.
Una vez celebrada la ceremonia, el papa condenó el divorcio real y excomulgó a Enrique VIII el 11 de julio de 1533. Fue la ruptura definitiva con Roma.












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