sábado, 18 de agosto de 2012

Afición juvenil al alcohol


Una afición que los jóvenes tienen hoy en día es el consumo de diversas bebidas alcohólicas con el fin de sentir una sensación: de repente madurez o quizás ser el “chévere” siendo, así, un factor de integración social.
El consumo de bebidas alcohólicas data desde hace muchísimos años. Esto está difundido en todas las sociedades de la tierra debido a que se aprendió a preparar una amplia gama de bebidas partiendo de la fermentación de sustancias orgánicas.
El primer contacto con el alcohol se da en casa cuando los niños de 9 a 10 años aproximadamente prueban lo que queda en las copas de algún familiar, pero la adolescencia es la etapa más vulnerable en cuanto a la experimentación de sustancias adictivas.
Hoy en día la edad en la que se inicia a consumir esta droga depresiva es muy temprana ya que oscila entre los 12 y 20 años y suele producirse en las fiestas o reuniones familiares, pero las primeras experiencias de borracheras tienen lugar fuera de casa junto a los amigos.
El alcohol, debido a que tiene un fácil acceso y poderosa propaganda, se ha convertido en la droga más empleada por los jóvenes. El consumo es predominantemente durante los fines de semana y mayoritariamente en lugares de ocio donde el significado de esta palabra es un espacio de experiencias significativas donde se empieza a asumir responsabilidades. A pesar de ser admitida socialmente, es el problema más grande y da un fácil acceso a otras ilegales.
Un argumento muy cierto es que el riesgo no está en probar alcohol, sino en la forma de beber, la frecuencia y la cantidad que se ingiere. Una costumbre de un cierto grupo de personas es consumir bebidas de bajo grado alcohólico frecuentemente como una copa de vino después del almuerzo o la cena. A pesar de esto, existen evidencias de que en el Perú hay aproximadamente un millón de alcohólicos.
El ocio juvenil se ha asociado ahora a los locales nocturnos. Esta realidad ha acarreado muchos problemas que alarman a los ciudadanos y en particular a los que habitan cerca de estos lugares ya  que han sido testigos y a veces protagonistas de numerosas confrontaciones.
El exceso de alcohol tiene como consecuencia alrededor del mundo 2,5 millones de muertes anualmente, de las cuales una gran proporción pertenece o es ocasionada por jóvenes y los problemas son distintos a los de un adulto: predominan los familiares y de relación con los profesores y compañeros así como la disminución del rendimiento escolar, conductas violentas, alteración del orden público, accidentes de tráfico y/o conductas sexuales de riesgo.
Frecuentemente recibimos noticias de accidentes, desapariciones, violaciones y  muertes que involucran a menores de edad en estado de ebriedad. Por otra lado, cualquier padre de hijos adolescentes o preadolescentes que reflexione por un momento se dará cuenta que la edad de iniciación en el alcohol se ha adelantado mucho y que la cantidad que se considera normal que un menor de edad consuma ha incrementado. No es chistoso ver a un adolescente entrar tambaleando a su hogar ni mucho menos vomitar por el exceso
El alcohol lleva a iniciar una vida sexual temprana, a una mayor frecuencia de encuentros sexuales, a tener un mayor número de parejas, a no tomar precauciones al sostener relaciones y a sufrir una mayor incidencia de infecciones de transmisión sexual. Comentando este último punto, el 60% de las universitarias con enfermedades como el herpes o el sida, lo contrajeron por no usar protección bajo los efectos del alcohol.
“De la vida hay que salir como de una fiesta, ni sediento ni borracho” decía Aristóteles pero a la mayoría de personas les cuesta limitarse. El exceso en cualquier cosa que hagamos siempre va a traer consecuencias negativas. En el caso del alcohol hay que aprender a disfrutar de forma inteligente y responsable, sin que afecte nuestra integridad física y moral, ni ponga en peligro nuestra vida o la de los demás.

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